08 Nov

Sentir y transformar las emociones. Un camino de libertad

Hay personas que niegan la oscuridad y creen que así desaparece, otras que viven en la oscuridad y la cargan contra los demás y  otras que reconocen la oscuridad  y la transforman en luz.

¿Tú qué eliges?

No sé lo que es la felicidad, lo que sí sé es como sentirme feliz y si tuviera que definir este sentimiento  diría: ¡viviendo!
Uno puede  vivir en una casita en la montaña y sentirse bien, pero ¿qué pasa cuando va a la gran ciudad? Depende cómo lo viva.

Las  emociones no son positivas ni negativas; son energía en movimiento y la etiqueta  que les atribuimos  es creada por nuestra mente en relación a nuestras experiencias pasadas.

Muchos de nosotros, en la infancia creímos que no era correcto sentir el dolor. Cuando estábamos tristes, enfadados o asustados, no podíamos expresarlo con libertad y teníamos que ser niños socialmente  bien comportados. Eso hizo que generásemos mecanismos para sentirnos aceptados como aparentar estar bien a veces que no lo estamos, creando una falsa identidad ¿Pero cómo podemos amarnos si somos nuestros propios esclavos? Cuando nos aprobamos sin depender de la mirada externa, cuando nos despojamos de esos viejos hábitos, cuando nos comprometemos de verdad con un impulso de sinceridad total  sin concesiones a los múltiples espejismos tentadores del ego;  conquistamos nuestra libertad.

¿Qué pasa si  realmente  nos atrevemos a estar presentes incluso con la ira, la tristeza y el miedo?  Si  les damos espacio, las permitimos  y  transformamos; se disuelven y sentimos bienestar.

¿Cómo negar o huir de emociones que forman parte de la vida? Si tratamos de apartarlas ¿dónde está el amor hacia nosotros mismos si no aceptamos todo lo que sentimos?  El tema es que como nos hemos creído que sentir ese tipo de emociones es algo negativo, lo bloqueamos por miedo a sufrir. Y en  realidad cuando sentimos sin pensar es cuando dejamos de sufrir y vivimos.

¿Verdad que cuando quedamos con alguien que hace tiempo no vemos y sentimos alegría, no juzgamos si está bien o está mal? Por el simple hecho de darle su espacio y convertirte en uno con esa alegría, llega un momento que desaparece sin más. ¿Pues por qué no hacer lo mismo con las emociones que nos resultan incómodas? El problema no son las emociones sino la película repetitiva mental que las siguen manteniendo y nos hace sufrir. Lo que daña no es la emoción, sino  el pensamiento asociado que no dejamos escapar; eso es lo que contamina.

Cuando surgen y las evitamos,  ¿Dónde queda esa parte de nosotros no atendida? El verdadero Amor no  discrimina, sino que acepta todo de forma incondicional; incluso aquello que nos molesta  y no nos gusta.  Se trata de  atender cualquier sensación o emoción que el cuerpo o las circunstancias nos estén mostrando para aprender y evolucionar.

Muchas veces se habla de espiritualidad negando el cuerpo y  las emociones. En mi opinión ya somos seres espirituales y nuestra misión es aprender a ser humanos. El cuerpo físico-emocional-mental es un instrumento que nos permite experimentar para recordar nuestra verdadera esencia. Y el espíritu integra estos tres aspectos del ser; no niega nada ni lucha contra nada porque todo forma parte de un  todo. Es el ego el que separa,  el que nos aleja de la vida para no sentirla, acumulando emociones en nuestro interior que tarde o temprano encuentran la forma de expresarse  a través de nuestro cuerpo o mal estar personal por haber sido reprimidas.

Algunas escuelas defienden que la enfermedad es una respuesta adaptativa  del cuerpo  a  conflictos emocionales que no han sido resueltos desde la psique. Sabemos por la física que la energía ni  se crea ni se destruye sino que se transforma. Teniendo en cuenta que las emociones son energía, si quedan bloqueadas  y no las liberamos, pueden inscribirse en el cuerpo y expresarse a través de  un lenguaje de signos que nos invita a comprender algo más profundo que no ha sido sanado.

Desde esta visión, en lugar de pensar que la enfermedad es algo que nos atrapa, empezamos a vernos a nosotros mismos atrapando la enfermedad. Desde este paradigma, se convierte en un mecanismo de aprendizaje que  indica que algo falla en el conjunto del ser humano y nos brinda la oportunidad de aprender a gestionarnos.

Potenciando el autoconocimiento entendemos cuáles son los patrones de conducta y creencias adquiridas que influyen en nuestra salud y en la relación con uno mismo/a y el entorno. Al elevar nuestro nivel de consciencia  pasamos de tener una actitud víctima a ser responsables ante las circunstancias. De esta forma recuperamos nuestro poder personal  para potenciar los procesos resolutivos que necesitamos y sentir felicidad.

Con recursos tan sencillos como observar lo que pensamos, sentir nuestro mundo interior y agradecer por todo lo que forma parte de nuestra realidad,  transformamos nuestro estado interior y hay armonía.

Desde mi experiencia,  quiero compartir que durante años negué mis sombras creyendo que desaparecerían. Eso me hacía sentirme cómoda pero no vivía, sino que sobrevivía porque rechazaba una parte de mí. Sólo cuando decidí arriesgar y caminar respetando cualquier cosa que sentía  empecé a vivir. Ahora estoy aprendiendo a agradecer por los cientos de regalos que recibo cada día.

Al comprometernos de verdad en nuestro camino de evolución, las sorpresas nos esperan y no faltan regalos para quién sabe reconocerlos.

“Perdónate, acéptate, reconócete y ámate. Recuerda que tienes que vivir contigo mismo”.  Facundo Cabral

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